Con un canto en los dientes se habría dado Fernando el Católico si Colón, o alguno de sus allegados, hubiese dejado entreveer que Colón pudiese ser catalán por algún costado. Nada podía comprometer más a Fernando II de Aragón que tratar una empresa de tanta importancia como el descubrimiento con un genovés, pues la CORONA DE ARAGÓN estaba en rabiosa guerra con la REPÚBLICA DE GÉNOVA. La situación vendría a ser la misma que si el presidente Obama encargase a un miembro importante de Al-qaeda la misión más importante de la NASA. Tampoco para Colón era cómoda la situación: lo acusaban de espía, le hicieron la vida imposible, desconfiaban... ¿Por qué iba a decir, entonces, que era genovés de haber sido catalán? No tiene sentido. Menos cuando sus escritos prueban que conocía la lengua catalana, ya que la intercalaba con el castellano en sus textos. Colón fue leal a su época y a su familia. En el entorno más contrario no renunció a su linaje paterno, genovés, dado que los miembros de las familias judiciales de Cerdeña se inscribían en el Albergo Giudicale de Génova como nobles genoveses. Declararse genovés en aquel momento y en la corte de Fernando el Católico era la forma más sonora de declarar que su patria era la Cerdeña que se negaba a ser sometida a los reyes de Aragón.