Y no lo era por la sencilla razón de que no existe un solo documento, prueba o indicio que señale en esa dirección.
Colón y sus sucesores dieron infinitas pruebas sobre la identidad del navegante. Ni una sola de ellas señala hacia Polonia o sus reyes. Además, tal planteamiento es absurdo por principio. A la muerte del rey Ladislao III Jaguellón sucedió en el trono su hermano, Casimiro IV Jaguellón. No se rompió la dinastía ni existía ningún motivo para que un heredero permaneciese en el anonimato. Por el contrario, se habían hecho muchos esfuerzos para facilitar la procreación de Ladislao III. De haber tenido hijos, sus partidarios habrían participado en la pugna por la sucesión sin la menor duda. A ver si los investigadores de Colón se centran un poco en la época y contextualizan adecuadamente.
La trayectoria de Manuel Rosa no ofrece muchas garantías que digamos. Las pruebas de ADN ya demostraron el fracaso de su primera tesis y ahora vuelve con otra más descabellada aún. ¿Cuando empezará a debatirse en serio la figura de la personalidad más trascendental de la Historia Moderna de Europa y América? Hasta entonces estamos condenados a seguir sin saber cuál fue nuestra Historia y por qué estamos en el punto actual.